sábado, 11 de junio de 2011

Edad y alma

Cada vez que mencionaba un nombre se quedaba callado un rato, miraba al vacío y sonreía con beatitud. No hubo una a la que hubiera hecho un comentario despectivo. Cada una tenía una belleza distintiva que comenzaba por el espíritu y terminaba en el cuerpo. A él le gustaba comprobar cómo, con los años, lo que las personas hacen y viven se convierte en rasgos de la cara.

"A muchas mujeres especialmente les salen las cosas buenas, los hombres estamos más maltradados del alma, por eso somos tan feos", decía.

"No es que no nos guste la edad, lo que pasa es que no es fácil aceptar que eso que tarde o temprano nos brota en la cara es lo que llevábamos dentro, lo que en el fondo somos. Y no, no siempre es fácil".


En los labios del agua - Alberto Ruy Sánchez.

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