viernes, 23 de febrero de 2007

Sin miedo

El susto, a diferencia del miedo, se refiere a un hecho concreto que está sucediendo en el momento de la respuesta temerosa; es decir, es siempre una respuesta a una situación presente. Digo con criterio que estoy asustado cuando se presenta una situación genuinamente amenazadora que desemboca en esa sensación de inquietud y movilización que se conoce con el nombre de reacción de alarma, un reflejo corporal y psíquico frente a una situación de peligro.

Si entrara rugiendo un león en la habitación donde nos encontramos, lo más probable sería que nos asustáramos; porque la figura del león está asociada en nosotros a una situación de peligro. Esto es susto, no miedo.

Puedo contarle que me asusté a otra persona y esta lo puede entender, aunque no se asusta cuando se lo cuento. Lo entiende porque la relación entre estímulo y respuesta temerosa es lógica.

¿Qué sería el miedo? Continuando con el ejemplo anterior, si el domador se llevó el león, si lo vi salir del edificio y si espié por la ventana como lo trasladaban hacia el zoológico y a pesar de eso, al día siguiente al ir hacia ese lugar empiezo a pensar que podría estar ahí el león o una vez en el lugar no puedo concentrarme en lo que hago porque podría entrar un león; me estoy asustando de mi propia idea. Tener una respuesta biológica de alarma a pesar de que el peligro no está, no es susto, sino miedo.

Siendo muy básicos podríamos decir que el susto entra por la percepción y el miedo, por la imaginación. Y por eso el miedo no siempre está generado a partir de algo verídico.

Se suele llamar al susto el Miedo Sano porque funciona en general como una respuesta protectora toda vez que nos prepara para conjurar un peligro o una amenaza real. Si no fuera capaz de asustarme no podría por ejemplo huir rápidamente de un lugar donde empieza a producirse un incendio.

Asustarse se convierte en problema cuando la percepción o la interpretaciOn de la percepciOn nos informan mal sobre la peligrosidad de las situaciones. Es decir, cuando percibimos lo inofensivo como ofensivo, lo cotidiano como extraño y lo inocuo como dañino.

La primera respuesta frente a una situación de peligro es susto, la segunda, desde el recuerdo vivencial de ese peligro es miedo.

El miedo, dice Krishnamurti, es un invento del pensamiento, que evoca un peligro o frustración del pasado y lo proyecta en el futuro. La sensación de susto frente a un pensamiento.

El estímulo de la respuesta temerosa no está afuera sino adentro. Es la percepción de mi construcción mental lo que me asusta, mis propias fantasías catastróficas y no los hechos. Aquí también habría que diferenciar unos pocos miedos protectores relacionados con peligros objetivos y muchos miedos paralizantes siempre ligados a prejuicios y condicionamientos. Aquellos se aprenden, estos últimos son siempre enseñados por otros.

(De Jorge Bukay. Palabras a la carta. http://www.palabrasalacarta.com/)

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