La muralla blanca que encierra a la isla de Mogador brilla en la noche. Los marinos se acercan a ella pensando alegres que es como la luna, que está en el agua y los llama. Cuando se alejan por mucho tiempo de su blanca ciudad flotando en el mar, una inquietud se va apoderando de ellos hasta que los vence y, guiados más por la nostalgia que por las estrellas, vuelven y encajan sus barcas de mástiles erectos bajo los arcos y las puertas de la muralla vibrante. Si el trayecto de regreso es largo, por la noche los asalta en el sueño la extraña imagen de una ciudad desnuda como una amante esperando en un puerto. Color de luna, la piel humedecida de de sus anhelos.
Los nombres del aire - Alberto Ruy Sánchez
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